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Publicado el : 14/04/2021 13:00:13
Categorías : Noticias/Eventos , Recetas/Consejos
SIN
NECESIDAD
DE
CONSERVANTES
NI
ESTABILIZANTES
NI
. . .
.
Tenemos 1000 y una formas tradicionales de prolongar la vida de los alimentos y su conservación.
Te indicamos las más conocidas:
Se puede aplicar a cualquier tipo de alimento.
Consiste en preparar el alimento de modo tal que no le entre aire.
De esta forma, evitaremos que el alimento en cuestión se oxide.
Para hacer el vacío a un bote de conserva lo primero que debemos hacer es elegir qué recipiente usaremos.
El cristal es el más idóneo ya que no absorbe los olores, el contenido se ve perfectamente y puede ser usado muchas veces si lo esterilizamos correctamente.
-Por eso, lo primero es la esterilización del bote:
Para ello lavamos muy bien los botes y sus tapas con agua corriente; luego preparamos una olla grande y alta, forrándola con un paño de cocina, y ponemos dentro los botes con la abertura hacia arriba. Rellenamos los espacios entre los botes con otros paños de cocina para que no se toquen durante el hervor ya que pueden romperse, y llenamos la olla de agua, hasta cubrir los botes. Llevamos al fuego y cuando el agua hierva, bajamos la llama y hacemos hervir por 30 minutos. 10 minutos antes de terminar con los botes, sumergimos también las tapas. Apagamos el fuego y dejamos enfriar. Una vez que el agua ya no quema, quitamos los botes y los dejamos secar boca abajo sobre un paño de cocina.
-Introducir en los botes el producto que se quiera conservar (sin llenar hasta arriba, dejando 1 cm vacío).
-Cerrar bien los botes con su tapa.
-Introducir los botes en una olla llena de agua, de tal manera que los botes queden totalmente cubiertos con el agua.
-Hervir y mantener en ebullición durante 20 minutos.
-Apartar la olla del fuego y dejarenfriar.
-Una vez fría el agua, sacar los botes de ella y guardar.
El aceite proporciona un estupendo precinto protector para los alimentos, al impedir su contacto con el aire. El aceite no es un conservante en el sentido estricto, sino un aislante del medio exterior, por lo que para una conserva de larga duración debe combinarse con otra técnica, como el salazón, el vinagre, el curado, el calor o el vacío. Una vez hecho esto, el aceite es ideal para conservar carnes, pescados, quesos, etc..
Eso si, hay que usar el aceite de oliva de la mejor calidad.
La acidez es una de las características que más limitan el desarrollo de microorganismos en los alimentos. Existen algunas frutas que contienen ácido de forma natural, como los cítricos. Pero el ácido más utilizado para realizar conservas es el acético, es decir, el del vinagre. Es un método perfecto para conservar algunos alimentos con una acidez baja como las aceitunas, los pepinos, los ajos, las zanahorias, las cebollas y algunos tipos de berenjenas.
Mediante esta forma de conservación se realizan los encurtidos: pepinillos en vinagre, berenjenas de Almagro o los arenques.
Consiste en introducir los alimentos en un frasco con una mezcla de vinagre, sal y azúcar; también puede hacerse con limón.
El escabeche es un tipo de adobo. Consiste en cocer un alimento en una mezcla de aceite, vinagre, verduras y especias. Una vez frío se cubre con el adobo y el alimento se mantiene durante largo tiempo. Es una conserva perfecta para algunos pescados, aves, mariscos.
Es otra de las técnicas más antiguas de conservación con la que, además, se consigue potenciar el sabor de los alimentos. Tras una combustión, el humo incide sobre los alimentos para eliminar los microbios. Mediante el ahumado se conservan estupendamente carnes, pescados, embutidos y quesos. Con este método de conservación, los alimentos adquieren un sabor y consistencia especiales, lo cual les añade valor.
Históricamente es el conservante de mayor importancia; no en vano, la sal llegó a ser moneda de cambio. La sal elimina la humedad de los alimentos impidiendo de esta forma el crecimiento de microorganismos. Se usa principalmente con productos crudos, como pescado, y se realiza mediante cristales de sal, es decir con sal sólida o bien, con salmuera, es decir, una solución líquida de sal.
El jamón serrano es el ejemplo de conservación salado más delicioso.
En concentraciones del 60% o más, el azúcar se convierte en un conservante tan potente o más como la sal. Se utiliza fundamentalmente para conservar frutas y verduras. Algunos de los mejores ejemplos de conservas en azúcar son las mermeladas, las confituras, las jaleas, los chutneys y las frutas escarchadas.
Consiste en macerar en ácido a un alimento con un PH mayor de 4,6; de esta forma se consigue reducir.
Es el caso de las verduras, ya sean fermentadas o no.
Por un lado, los fermentados son alimentos con un PH alto que se introducen en una solución salina, fermentando así el producto, por lo que no es necesario refrigerar para conservarlo. Su objetivo es convertir los carbohidratos en ácido.
Por otro lado, a los productos no fermentados se les agrega ácido, por lo general vinagre o ácido cítrico; ello le da mayor consistencia y contribuye, por lo tanto a elevar su calidad. Un ejemplo pepinillos y otros encurtidos son no fermentados.
El agua es indispensable para la vida de los microorganismos y la actividad de las enzimas, de forma que si se elimina el agua, su actividad se paraliza.
Es un método de conservación utilizado desde la antigüedad, muy adecuado para preservar frutas, verduras y cereales, que consiste en poner a secar el alimento a la luz del sol o incluso empleando hornos.
Los alimentos deshidratados duran más debido a la reducción de la humedad, ya que, sometiendo al producto al aire caliente durante un tiempo prolongado (que lógicamente dependerá de su contenido hídrico), la actividad del agua disminuye y los microorganismos no tienen oportunidad de desarrollarse.
Se pueden combinar los métodos de congelado y secado/deshidratación, efectuando la extracción del agua en forma de vapor del alimento congelado.
También existe el secado por atomización, que consiste en rociar un compuesto en una cámara caliente, tal y como ocurre con la leche en polvo.
Es una nueva técnica de deshidratación. La humedad de los alimentos liofilizados se reduce al 5%. Para liofilizar un alimento primero hay que congelarlo y después desecarlo al vacío, es decir, pasar en muy poco tiempo de -50° a 30°. Al no ser el calor muy elevado, el alimento conserva todas sus características. Toda la comida que toman los astronautas está liofilizada, aunque no es necesario ir al espacio para probar un liofilizado: son muy habituales las frutas, la sopa, el café y otros.
Este método es adecuado para aquellos alimentos con un pH mayor de 4,6.
Los alimentos deben ser conservados a una temperatura por debajo de 4ºC.
Algunos de los alimentos que deben ser refrigerados son carnes, aves cocidas, productos lácteos, huevo, marisco y pescados. Las frutas y las verduras también podrían formar parte del grupo de alimentos que deben preservarse a bajas temperaturas. Sin embargo, su tiempo de conservación bajo frío debe ser corto. En el caso de las frutas y las verduras, las bajas temperaturas sólo retrasan el crecimiento de las bacterias, no las eliminan.
Este es uno de los métodos de conservación más usados, y el recurso más sencillo, fácil y cómodo para guardar algunos alimentos crudos cuando no se van a consumir inmediatamente; o bien, comida ya cocinada, para consumirla más adelante.
Se preservan los alimentos conservándolos a una temperatura entre -12ºC y -6ºC, de forma que el agua que contienen se cristaliza y el producto se solidifica.
A estas bajas temperaturas sí se detiene el crecimiento de las bacterias, los microorganismos no actúan; Sin embargo, las enzimas no se destruyen por completo; un alimento congelado mantiene, por tanto, su color, sabor y textura, por un tiempo prolongado, pero luego van perdiendo su aroma y sabor.
Se trata de la exposición al calor a gran temperatura, aplicado por un corto período de tiempo con el fin de eliminar el exceso de microorganismos que contiene el alimento.
Este procedimiento no altera el sabor ni el color del alimento.
Sin embargo, la alta temperatura sí ayuda a reducir bacterias y gérmenes.
Está muy extendido en la conservación de la leche y los jugos o zumos.
Este método se utiliza para la conservación de alimentos de baja acidez.
Durante el proceso los alimentos son sometidos a altas temperaturas para destruir así los microorganismos que pudieran llegar a descomponerlos.
El tiempo de exposición y la temperatura dependen del PH del alimento, su naturaleza, así como el tamaño y tipo de envase, que tradicionalmente suele ser una olla a presión.
(fuentes: revistacocina, pequerecetas, cocinaconarte, demoslavueltaaldia, mejorconsalud)